20 dic 2010

Las imágenes son un espacio de lucha

Originalmente en Fuera de Lugar
Por Amador Fernández-Savater

Versión completa de la entrevista con Georges Didi-Huberman aparecida en Público el 18 de diciembre de 2010.
Estefanía García y David Cortés la hicieron conmigo en la cafetería del Reina, después de disfrutar el paseo que Didi-Huberman nos dio por la exposición que comisaría en el museo.
Georges Didi-Huberman es historiador del arte y profesor en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Autor de Cuando las imágenes toman posición (Antonio Machado, 2008) y comisario de la exposición Atlas. ¿Cómo llevar el mundo a cuestas?que puede visitarse actualmente en el museo Reina Sofía. Su último libro, que se titula Supervivencia de las luciérnagas,entabla una discusión con las visiones apocalípticas de Pasolini o Agamben sobre el mundo contemporáneo.
Gilles Deleuze explicaba que la imagen-cliché nos obliga a ver las cosas comodebemos verlas y no como podríamos verlas. ¿Cómo liberarnos de la cadena de los estereotipos? ¿Qué imágenes pueden ayudarnos hoy a ver nuestra realidad y a pensar el mundo?
Hablas de dos formas contemporáneas de ceguera e invisibilidad.
Sí, la primera es por falta de luz, la llamo subexposición. La segunda es por exceso de luz, la sobreexposición. Jean-Luc Godard ha dicho algo muy cierto: creemos que podemos verlo todo, pero en realidad se invisibilizan miles de cosas. En la televisión y en la gran industria del espectáculo existe una censura de las imágenes. Tomemos como ejemplo el 11 de septiembre: se censuraron muchísimas imágenes (de los cadáveres, etc.). Pero junto a la censura, también se da el fenómeno de la sobre-exposición: hemos contemplado tantas imágenes de las dos torres que ya no vemos nada. Y cada imagen nos exige ser vista, no sólo contemplada una y otra vez.
¿Es posible a estas alturas una resistencia a través de la imagen?
Hay una saturación de imágenes, una sobreexposición de imágenes que nos impiden ver, y que además oculta la subexposición de la censura. Ante eso hay quien dice: “las imágenes no son otra cosa que un reflejo del poder y de la sociedad del espectáculo”. Es por ejemplo el caso de Guy Debord, que paradójicamente componía luego en sus películas asombrosos atlas de imágenes. Esta no es desde luego mi posición. Imaginemos que en lugar de imágenes hablamos de palabras: estamos completamente rodeados del lenguaje del poder, el lenguaje televisivo, el lenguaje del mercado, etc. ¿Acaso entonces no podemos hablar? ¿Acaso porque desde Goebbels hasta Sarkozy el lenguaje se emplee para mentir debemos dejar de usar el lenguaje? En absoluto, hay que usar el lenguaje de manera correcta, eso es todo. Devolver al lenguaje su fuerza, devolver a las palabras su sentido. Con las imágenes ocurre lo mismo: son un espacio de lucha. En la polémica entre Godard y Lanzmann, yo estoy evidentemente al lado de Godard, porque Godard piensa que debemos hacer un uso de las imágenes como arma, con un sentido político.
¿Cómo podemos orientarnos críticamente en las imágenes?
¿Sabes que tu pregunta es una cita literal de Kant, verdad? “Cómo orientarse en el pensamiento”. Tu me preguntas cómo orientarnos en las imágenes. Es una pregunta general. Si yo te doy una respuesta general, significaría que sé lo que es una imagen en general. Pero eso no es verdad. No puedo responder a tu pregunta en general, porque orientarse en las imágenes significa orientarse en cosas muy concretas, sensibles, particulares, múltiples, singulares. Soy muy escéptico con respecto a toda generalización sobre las imágenes, a toda ontología de la imagen. Es lo que reprocho a Barthes. He usado la palabra “imagen” en singular y en general en el título de alguno de mis libros, pero considero que lo mejor es decir “las imágenes” o “esta imagen” o “estas dos imágenes”. Sólo puedo darte ejemplos. Cuando trabajo sobre la pintura del Renacimiento me oriento de una manera y cuando estoy ante imágenes de Auschwitz me oriento de un modo diferente. No hay que perder nunca de vista la singularidad de las imágenes y la multiplicidad: nunca hay una imagen, sino imágenes. Pasa como con las palabras: me oriento diferente si escribo un poema que si escribo un discurso político o filosófico. Depende del uso, de la singularidad.
Está bien, entonces ¿me puedes dar ejemplos de imágenes críticas, políticas, emancipadoras?
Hay centenares, empezando por Goya. Pero hablaré ahora de Brecht. Brecht tomaba imágenes de contextos que detestaba (por ejemplo, la revista Life) recortando la imagen y la leyenda. Por ejemplo, una foto de la guerra cuyo pie decía: “un soldado americano mata a un soldado japonés”. Pegaba todo eso sobre un fondo negro y añadía un segundo texto, el suyo. Su texto dialectizaba la relación entre el texto y la imagen, es decir, criticaba tanto al uno como a la otra. Mostrando por ejemplo que no se trataba sólo de un soldado americano que había matado a uno japonés, sino que ambos eran soldados de imperialismos en guerra y que la verdadera víctima del enfrentamiento era el pueblo. Para mí, el buen uso de la imagen es el buen montaje.
¿Y cuál es el efecto general del buen montaje?
El de establecer una relación crítica entre la imagen y la palabra que ayuda a ambas a escapar de la cadena de los estereotipos. Mediante el montaje, dos imágenes que no estaban relacionadas asumen una posición diferente y así sepropicia una mirada crítica. Es la diferencia que hago entre las imágenes que toman partido y las imágenes que toman posición: las primeras tienen un sentido obvio, las segundas son críticas. Desde Godard hasta Farocki, todo pasa por montar bien las imágenes, aunque sean imágenes detestables.
¿Qué más podrías decirnos sobre esa relación crítica entre imagen y palabra?
Tengo una experiencia que se repite. Estoy en un museo o donde sea y me encuentro con una imagen que me interesa. Y en ese momento no tengo nada qué decir, no hallo las palabras, soy incapaz de lenguaje, es un momento de silencio, la imagen tiene el poder de privarme de mi lenguaje. Si me quedo ahí me convertiré en un místico de las imágenes, como hay muchos. Pero para mí el desafío es que la imagen me obligue a renovar mi lenguaje. Naturalmente, ese lenguaje renovado será crítico con respecto al primer lenguaje espontáneo ante la imagen.
¿En qué sentido?
Trabajo por ejemplo desde hace algunos años sobre el tema de la lamentación. Si uno ve en un periódico la imagen de una mujer en Bagdad que llora no muy lejos de un coche en llamas, pues ahí ya no hay nada más que pensar o añadir. Porque la imagen lo dice todo: terrorismo, Al Qaeda, desgracia, víctima. Esa es justamente la definición de estereotipo: una imagen obvia. Hay que dejar de mirar a través de esa imagen obvia, mirar desde más lejos, estudiar la historia. Y lo que encuentre uno entonces será crítico con respecto a aquello que había visto al principio. Farocki ha demostrado en una de sus películas de qué modo los gestos religiosos, como por ejemplo la lamentación, pueden tener una función revolucionaria. Esa mujer que llora quizá sabe por qué llora y contra qué llora. No es una víctima pasiva. Su emoción da lugar a la cólera política.
¿Lo que dices entonces es que no basta con mirar?
Nadie sabe mirar, no es algo dado. Mirar es un trabajo, largo y duro. Cada imagen nueva requiere un trabajo nuevo, reaprender a ver y a hablar. Hay que respetar que las cosas aparecen siempre de manera diferente y verlas de manera cada vez diferente. Para describir cada nueva imagen hay que tener cada vez un estilo diferente. Si tienes el mismo estilo para describir imágenes distintas, ves de la misma manera cosas diferentes. Es la cuestión de la escritura: no sé si se aprecia en castellano, pero yo siempre escribo cada libro de manera muy diferente.
¿Qué quieres decir cuando afirmas que “las imágenes tocan lo real”?
La relación entre imagen y realidad es un debate filosófico que se remonta a la discusión entre Platón y Aristóteles. Platón pensaba que las imágenes forman parte del mundo sensible y por tanto no pueden decirnos la verdad sobre las cosas, porque la verdad pasa por el mundo de las ideas. Suya es la distinción entre apariencia (imagen) y esencia (verdad). La verdad de la taza es la idea de taza, no lo que tu miras, ni lo que tu tocas. Hoy muchos platónicos (antes citaba a Debord) piensan que la imagen sólo es un simulacro, una pantalla, una mentira.
Por el contrario, Aristóteles dice que nadie puede pasarse de las imágenes para pensar. El pensamiento también hace imágenes, no se puede pensar sin imágenes. Yo soy aristotélico. Pienso que una imagen, incluida una fotografía, es un “medium”, no exactamente la realidad. Cuando veo una imagen de Auschwitz no estoy en un campo, evidentemente. Pero lo que digo es que las imágenes tocan lo real: hay un punto en el que la imagen me indica algo que no es sólo apariencia. Distingo entre apariencia y aparición: cuando la mariposa aparece, no es una ilusión. Es justamente lo real. Si tu consigues que la imagen sea una aparición, que capte una aparición, en ese momento la imagen toca lo real. En la polémica en torno a las imágenes de los campos, la cuestión era si la foto nos enseña algo de Auschwitz o no. Para Lanzmann no nos enseña nada. Para mi tocan lo real, sin ser lo real.

19 dic 2010

Del estado de alarma a WikiLeaks y por qué Assange no nos hace más libres

Originalmente en Sociedad de las Indias Electrónicas
Por David de Ugarte



Assange y WikiLeaks ocupan en este momento un papel central en la representación de la confluencia de intereses entre corporaciones mediáticas y estados. Es cierto que ambos grupos de poder entran brevemente en fricción… pero precisamente porque confluyen, no porque diverjan.
Pero como veíamos en «Los futuros que vienen», el desarrollo disciplinario del estado sólo es una parte de la descomposición. La deriva autoritaria y nacionalista de los estados europeos bien podría enfrentarse a movimientos civiles e identidades emergentes que atendieran a una lógica diferente. De hecho, esa parecía ser la tendencia en la primera mitad de la década pasada: de la caída de Estrada en Filipinas a las movilizaciones griegas del verano de 2006, pasando por el 13M de 2004 en Madrid y la revuelta del «banlieu» durante el noviembre francés. Y sin embargo, aquellas nuevas formas de movilización social desaparecieron de la noche a la mañana sin que nadie se detuviera a dar una explicación.

Recentralización de la red y modelos de socialización

Todos aquellos movimientos -y algunos que vinieron detrás- con independencia de sus motivaciones concretas y orientación ideológica, respondían a una estructura similar: deliberación en blogs, coordinación en la movilización mediante redes de SMS. Dos formas distribuidas de comunicación que convertían en imparables a los movimientos sociales una vez entraban en ignición.
Por otro lado, la emergencia de una socialización en red distribuida no sólo aportaba autonomía y potencia a los movimientos reactivos frente a los abusos del poder, también favorecía la emergencia de nuevas comunidades conversacionales que mantenían una reflexión permanente que no estaba marcada ya por las grandes agendas mediáticas y cuyo ámbito, definido más por la lengua que por el territorio, era ya transnacional: la mejor vacuna contra el renacido y furioso identitarismo del estado.
Pero a partir de 2007 el discurso corporativo y la presión mediática se comienzan a volcar sobre Facebook y Twitter. Una toma de partido que irá mucho más allá del habitual jaleo de las novedades tecnológicas para llegar a un verdadero paroxismo en 2009 con la invención contra toda evidencia de supuestas «twitter revolutions» en Moldavia e Irán. Por supuesto que año y medio después Malcolm Gladwell publicará en New Yorker una sonada refutación, pero la cuestión nunca fue una diferencia de análisis sino una campaña -perseverante e intensa como pocas- para mover el foco de la atención social y modificar las pautas de la socialización en Internet.
Los medios, obsesionados por la amenaza que sentían en Internet, tenían sus propios motivos para ello, pero lo más paradójico es que el nuevo modelo de socialización ejemplificado en Facebook y Twitter, al sustituir blogs por libros de cromos y deliberación por cultura de la adhesión ni siquiera servía para promocionar ventas. Tras años de «hype», miles de eventos promocionales y legiones de «community managers», los estudios dicen lo evidente: al eliminar la deliberación, la «compra social» muere. Facebook no vale ni para vender viajes. La negación mediática de la evidencia se hace cada vez más irritante incluso para los gurús consagrados por esos mismos medios.
Pero había otro gran beneficiario de todo este movimiento de regresión de las formas distribuidas a las centralizadas llamado web 2.0: los estados, que veían fácilmente reforzado su poder de control y censura. Por si faltaban ejemplos, el estado chino, siempre a la vanguardia del control, tardó poco en tirar FanFou, el twitter chino, en cuanto el «ruido social» resultó molesto. Era fácil, una red centralizada se tumba desconectando un único nodo. La CIA, siempre más sofisticada, invertía en herramientas especializadas en datamining de Facebook y Twitter. Los estados seguían la estela de Google, quien había descubierto ya que el control no sólo es una herramienta de poder, sino un producto comercializable de gran valor añadido.

Y en esto apareció Assange

La aparición de WikiLeaks y su creador Julian Assange en nuestras vidas fue tan abrupta como intensa.


Assange fue un producto de la agenda mediática ante el que resulta completamente lícito preguntarse:
¿A santo de qué Assange consigue ser elevado por encima de los cientos de miles de activistas que en las últimas décadas han luchado por hacer de Internet el agujerito por el que se colaría, desde el más allá a la palpable realidad, un mundo mejor? ¿Quién lo busca y quién otorga el favor?
La clave ya se vio en el mismo debate mediático. Desde que se popularizaron las conexiones móviles y las cámaras digitales, Internet ya era una «gran filtración» permanente. ¿Recuerdan sin ir más lejos las fotos de Abu Ghraib? ¿La muerte de Neda a manos de un guardia de la revolución durante las manifestaciones en Teherán? El mecanismo del control social parecía revertirse y funcionar de abajo a arriba. Con millones de personas con cámaras en sus móviles y mecanismos de difusión distribuida a su alcance en la blogsfera a los medios sólo les quedaba hacerse eco, un paso por detrás de una agenda que ya no marcaban y en la que no cabían exclusivas.
Pero Assange nos llevaba de vuelta a los setenta, a «Garganta Profunda» y el Watergate, la era dorada de los grandes periódicos institucionales. Las «fuentes» de repente vuelven a necesitar una pantalla, un filtro que les de «verosimilitud» y sus revelaciones sólo son conocidas una vez aparecen en los grandes medios de siempre. WikiLeaks se presenta como un nuevo tipo de agencia de prensa: anuncia una filtración masiva de documentos diplomáticos y de inteligencia que entrega tan sólo a unos cuantos medios escogidos que deciden por su cuenta cómo racionar la información y darle sentido político.
Se trata de una segunda parte de la misma estrategia de recentralización que habíamos visto en la campaña Twitter-Facebook, apuntando ahora directamente al corazón de la agenda pública. Pero claro, la centralización genera capacidad de control: primero China, luego algunos países árabesdespués la nube de Amazon,Paypal y hasta la «start-up» que le alberga los gráficos cortan accesos a WikiLeaks.
Para dejar aún más claro hasta que punto la centralización de la infraestructura y los servicios dospuntoceristas facilitan la censura, se publica cómo Joe Liebermann se encargó personalmente de las gestiones. Moraleja: un poderoso que ni siquiera es de los más poderosos, vuelve a estar cerca de tener a su alcance las palancas necesarias para controlar lo que llega y lo que no a la opinión pública mundial. Si sabemos algo es por los medios. Atrás queda el modelo distribuido: torrents, blogs, etc. donde las fuentes últimas exponen directamente las denuncias y filtraciones y unos nodos pasan a otros la información multiplicando de manera incontrolable su impacto. No, WikiLeaks no es Internet, sino una agencia que opera para los medios a través de Internet. Y como todas las agencias está bajo control, en primer lugar, de sus clientes, las grandes corporaciones de la comunicación.

Conclusiones

El marco es el de una crisis global en el que los estados nacionales por un lado reciben una presión creciente de sus propias redes clientelares -amenazadas por la globalización- y por otro deben «soltar lastre» deshaciéndose del coste que le suponen no sólo los gastos en cohesión social sino sectores enteros del empresariado y las clases medias (como los controladores) que, por otro lado, no dudarán en revolverse y enfrentarle directamente
Un cuadro ante el que los gobiernos responderán cada vez con más «firmeza», esto es, con medidas de urgencia, represión directa y sobre todo con la generalización de un discurso cada vez más disciplinario hacia la sociedad en general que servirá igualmente para defender los intereses de los privilegiados que se quedan abordo -como las telefónicas- y defender al estado mismo de las respuestas de los que son sacrificados… que serán, necesariamente, cada vez más.
En este marco, la recentralización de la información y de las formas de socialización que se producen a partir de ella es fundamental para que estados y corporaciones mediáticas aumenten cuotas de poder. Nunca la batalla por el control de las formas a partir de las cuales se elabora la agenda pública había sido tan clara y abierta. Y en ella los medios están en el mismo lado que los estados. El lado del ACTA, el endurecimiento de la propiedad intelectual y su uso como forma de censura y control político.
La dinámica generada por la confluencia de ambos es perversa: se alimenta de la recentralización y genera más centralización, disciplina y control. Assange y WikiLeaks ocupan en este momento un papel central en la representación de esa confluencia de intereses entre corporaciones mediáticas y estados. Es cierto que ambos grupos de poder entran brevemente en fricción… pero precisamente porque confluyen, no porque diverjan.
Con independencia de lo que sus filtraciones nos descubran, el modelo que WikiLeaks encarna no nos hace más libres, al contrario, nos desarma en una época de descomposición creciente.

6 dic 2010

La conspiración como gobierno

Supuestamente Julian Assange.


3 de diciembre de 2006

Conspiración, conspirar: hacer conjuntamente planes secretos con el propósito de cometer un acto dañino; trabajar en grupo para provocar un resultado particular, por antonomasia en detrimento de alguien. ORIGEN: inglés tardomedieval, procedente del francés antiguo conspirer, y éste del latín conspirare: acordar, tramar; compuesto de con- (juntos) y spirare (respirar).

“El mejor partido no es otra cosa que una especie de conspiración contra el resto de la nación” (Lord Halifax)

“La seguridad da paso a la conspiración” (Julio César, acto 2, sección 3: el mensaje del adivino, pero César está demasiado ocupado para prestarle atención)

Introducción

Para cambiar radicalmente el comportamiento del régimen tenemos que pensar con claridad y audacia, porque si algo hemos aprendido es que los regímenes no quieren que los cambien. Tenemos que pensar más allá de lo que lo hicieron quienes nos han precedido y descubrir cambios tecnológicos que nos den valor para actuar de formas que nuestros antepasados no pudieron.

Tenemos que comprender la estructura fundamental que genera el mal gobierno1.

Tenemos que desarrollar una forma de pensar esta estructura, que sea lo bastante fuerte para hacernos atravesar la nebulosa de moralidades políticas que compiten entre sí e introducirnos en una posición de claridad. Lo más importante de todo es que tenemos que utilizar estas percepciones para impulsar dentro de nosotros y de otros un proceso de acción ennoblecedora y efectiva para reemplazar por algo mejor las estructuras que conducen al mal gobierno.

(1. Cada vez que presenciamos un acto que sentimos que es injusto y no actuamos nos convertimos en parte de la injusticia. Aquéllos que se muestran repetidamente pasivos ante la injusticia pronto descubren que su carácter se corroe y se convierte en servilismo. La mayoría de los actos de injusticia que se observan están asociados con el mal gobierno, porque cuando el gobierno es bueno la injusticia incontestada es una rareza. Mediante la disminución progresiva del carácter de un pueblo, el impacto de la injusticia de la que se tiene noticia pero a la que no se responde es mucho mayor de lo que puede parecer inicialmente. Los estados de la moderna era de la comunicación, con su magnitud, su homogeneidad y sus excesos, abruman a su población con un diluvio sin precedentes de injusticias observadas pero aparentemente incontestables).

La conspiración como gobierno en los regímenes autoritarios 

Allá donde se conocen detalles sobre el funcionamiento interno de los regímenes autoritarios, vemos interacciones conspiradoras en la élite política, no sólo por obtener la preferencia o el favor dentro del régimen, sino como la primaria metodología de planificación para mantener o fortalecer el poder autoritario.

Los regímenes autoritarios crean fuerzas que se oponen a ellos tratando de refrenar el deseo de verdad, de amor y de autorrealización de un pueblo. Los planes que ayudan al orden autoritario, una vez descubiertos, inducen a una resistencia mayor. De ahí que los poderes autoritarios que triunfan oculten tales planteamientos hasta que la resistencia es fútil o se ve superada por la eficiencia del poder puro. Este secretismo coadyuvante, que funciona en perjuicio de una población, es suficiente para definir su comportamiento como conspirador.

 Así sucede en cuestiones de estado: conociendo desde lejos los males que se gestan (algo que sólo le es dado hacer al hombre prudente), éstos se curan fácilmente. Pero cuando, por falta de tal conocimiento, se les permite crecer hasta que todo el mundo puede reconocerlos, ya no es posible encontrarles ningún remedio. (El príncipe, Nicolás Maquiavelo [1469-1527])

Las conspiraciones terroristas como gráficas conectadas

Antes y después del 11-S, la Maryland Procurement Office2 y otras instituciones han financiado a matemáticos para que estudien las conspiraciones terroristas como gráficas conectadas (para seguir este artículo no hace falta tener ninguna base de conocimiento matemático).

Nosotros ampliamos esta concepción de las organizaciones terroristas y la aplicamos a grupos como los propios mecenas de la investigación, convirtiéndola en un bisturí con que diseccionar las conspiraciones que se han puesto en práctica para mantener las estructuras de poder autoritario.

Utilizaremos gráficas conectadas como una forma de aplicar nuestra capacidad de razonamiento espacial a las relaciones políticas. Estas gráficas son muy fáciles de visualizar. En primer lugar se han de coger varios clavos (los conspiradores) y fijarlos al azar en un tablero. Luego se coge un cordel (la comunicación) y se va enrollando de clavo a clavo sin que se rompa. Al cordel que conecta dos clavos lo llamamos un vínculo. El cordel que no se ha roto significa que es posible viajar de un clavo a cualquier otro por medio del cordel y de los clavos intermedios. Los matemáticos dicen que este tipo de gráfica está conectada.

La información fluye de conspirador a conspirador. No todos los conspiradores confían en o conocen a todos los otros conspiradores, aun cuando todos ellos estén conectados. Algunos de ellos están en la periferia de la conspiración, otros son centrales y se comunican con muchos conspiradores y otros puede que sólo conozcan a dos conspiradores pero aun así sean un puente entre secciones o grupos importantes de la conspiración.

(2. Un organismo vinculado a la Agencia de Seguridad Nacional para financiar investigaciones académicas (buscar en Google el código de subvención “MDA904”.)

Dividiendo una conspiración 

Si todos los conspiradores son asesinados o si todos los vínculos que los unen son destruidos, entonces la conspiración ya no existe. Esto por lo general requiere más recursos de los que podemos emplear, así que nos hacemos la primera pregunta: ¿cuál es el número mínimo de vínculos que hay que cortar para dividir la conspiración en dos grupos del mismo número de miembros? (divide y vencerás). La respuesta depende de la estructura de la conspiración. A veces no hay ni siquiera dos caminos por los que la información de la conspiración pueda transmitirses entre los conspiradores, y otras veces hay muchos alternativos. Ésta es una característica útil e interesante de una conspiración. Por ejemplo, asesinando a un conspirador “puente”, puede ser posible dividir una conspiración. Pero queremos decir algo que valga para todas las conspiraciones.

Algunos conspiradores bailan más cerca que otros

Los conspiradores suelen ser gente con criterio, porque algunos confían y dependen de otros, mientras que otros hablan poco. La información importante pasa con frecuencia por unos vínculos y la información trivial por otros distintos. Así que precisamos nuestro modelo de gráfica conectada simple para que informe no sólo de los vínculos, sino también de su “importancia”.

Volvamos a nuestra analogía del tablero y los clavos. Imaginemos un cordón grueso y pesado entre ciertos clavos y un hilo fino entre otros. Diremos que la importancia o grosor de un vínculo es su peso. Entre conspiradores que nunca se comunican el peso es cero. La “importancia” de la comunicación que pasa por un vínculo es difícil de evaluar a priori, porque su valor real depende del resultado de la conspiración. Simplemente decimos que la “importancia” de la comunicación contribuye al peso de un vínculo de la manera más obvia: el peso de un vínculo es directamente proporcional a la cantidad de comunicación importante que fluye por él. Las preguntas sobre las conspiraciones por lo general no van a exigir que conozcamos el peso de todos los vínculos, porque eso varía de conspiración a conspiración.


Las conspiraciones son artefactos cognitivos. Pueden pensar mejor que el mismo grupo de individuos actuando en solitario

Las conspiraciones extraen información del mundo en el que operan (el entorno conspiracional), pasan por los conspiradores y luego actúan sobre las consecuencias. Podemos ver las conspiraciones como un tipo de artefacto que tiene sus inputs (la información sobre el entorno), una red de cálculo (los conspiradores y los vínculos que los unen) y sus outputs (las acciones que pretenden cambiar o mantener el entorno).

Engañando a las conspiraciones

Como una conspiración es un tipo de artefacto cognitivo que actúa sobre una información que ha tomado de su entorno, distorsionar o restringir esos inputs significa que los actos que se basen en ellos probablemente queden desorientados. Los programadores llaman a este efecto garbage in, garbage out ['si metes un error, sacas un error']. Por lo general, el efecto se desarrolla de la manera contraria: es la conspiración la que se convierte en agente del engaño y de la restricción de información. En Estados Unidos, al aforismo de los programadores a veces se le llama “el efecto Fox News” [por la cadena de noticias].

¿Qué calcula una conspiración? Calcula la siguiente acción de la conspiración

Ahora nos hacemos la siguiente pregunta: ¿en qué medida es eficaz ese engaño? ¿Podemos compararlo consigo mismo en momentos diferentes? ¿La conspiración se está fortaleciendo o debilitando? Esta pregunta nos pide que comparemos dos valores a lo largo del tiempo.

¿Podemos hallar un valor que describa el poder de una conspiración?

Podríamos contar el número de conspiradores, pero eso no aprehendería la diferencia crucial entre una conspiración y los individuos que la componen. ¿En qué se diferencian? En una conspiración,
los individos conspiran, mienras que cuando están aislados no lo hacen. Podemos mostrar mejor esta diferencia si añadimos al cálculo toda la comunicación importante (los pesos) que circula entre todos los conspiradores. A esto lo denominamos poder conspiracional total.

Poder conspiracional total

Este número es una abstracción. El esquema de conexiones en una conspiración suele ser único. Pero analizando un valor que es independiente de la organización de conexiones entre los conspiradores podemos decir algo sobre las conspiraciones en general.

Si el poder conspiracional total es cero, no hay conspiración
Si el poder conspiracional total es cero, entonces está claro que no fluye ninguna información entre los conspiradores, y por tanto no hay conspiración.

Un incremento o decrecimiento sustancial en el poder conspiracional total casi siempre significa lo que esperamos que signifique: una mejora o empeoramiento de la capacidad de la conspiración de pensar, actuar y adaptarse.

Dividiendo conspiraciones ponderadas

Ahora regresamos a nuestra idea anterior de dividir una conspiración en dos mitades. Entonces lo planteamos como la división de una conspiración en dos grupos de igual número cortando los vínculos entre los conspiradores. Ahora vemos que una idea más interesante es dividir a la mitad el poder conspiracional total. Dado que cualquier mitad, una vez separada, puede verse como una conspiración en toda regla, podemos seguir dividiendo indefinidamente.

Estrangulando conspiraciones ponderadas

En lugar de cortar los vínculos entre los conspiradores, para dividir una conspiración ponderada podemos lograr un efecto similar estrangulando la conspiración: constriñendo (reduciendo el peso de) aquellos vínculos de gran peso que hacen de puente entre zonas de idéntico poder conspiracional total.

Ataques a la capacidad cognitiva conspiracional.

Un hombre encadenado es consciente de que debería haber actuado antes porque su capacidad de influir en las acciones del estado se aproxima a su fin. Para hacer frente a acciones conspiracionales poderosas, tenemos que pensar en el futuro y atacar el proceso que conduce a ellas, porque con las acciones en sí mismas no se puede hacer nada.

Podemos engañar o cegar a una conspiración distorsionando o restringiendo la información con la que cuenta.

Podemos reducir el poder conspiracional total por medio de ataques aislados a los vínculos o de la estrangulación y división.

Una conspiración a la que se aprieta suficientemente de esta manera ya no puede comprender su
entorno ni planear acciones poderosas.

Conspiraciones tradicionales contra conspiraciones modernas

Los ataques tradicionales a los grupos de poder conspiracional, como el asesinato, cortan muchos vínculos de peso importante. El acto del asesinato, la eliminación de individuos visibles, es el resultado de inclinaciones mentales desarrolladas para las sociedades analfabetas en las que llegó a evolucionar nuestra especie.

La alfabetización y la revolución de las comunicaciones han dotado a los conspiradores de nuevos medios para conspirar, incrementando la velocidad de precisión de sus interacciones y en consecuencia el tamaño máximo que puede adquirir una conspiración antes de desmoronarse.

Los conspiradores que cuentan con esta tecnología pueden mejorar los resultados de los conspiradores que no la tenían. Por el mismo coste, pueden lograr un poder conspiracional total más elevado. Ésa es la razón por la que la adoptan.

Por ejemplo, recordando las palabras de Lord Halifax, vamos a fijarnos en dos grupos de poder muy equilibrados entre sí y ampliamente conspiracionales: el Partido Demócrata y el Partido Republicano de Estados Unidos.

Pensemos qué pasaría si uno de estos partidos renunciara a sus teléfonos móviles, a su correspondencia por fax y correo electrónico; eso por no hablar de los sistemas informáticos que gestionan sus donaciones, sus presupuestos, sus encuestas, sus centros de llamadas y sus campañas de buzoneado. Inmediatamente se hundiría en un coma organizativo y sería derrotado por su rival.

Una conspiración autoritaria que no sabe pensar es incapaz de defenderse de los enemigos que se ha creado
Cuando estudiamos una conspiración autoritaria en su conjunto, vemos un sistema de órganos que interactúan entre sí, un monstruo con arterias y venas cuya sangre puede espesar y ralentizarse hasta que cae aturdido, incapaz de comprender y controlar suficientemente las fuerzas que operan en su entorno.

Más adelante veremos cómo las nuevas tecnologías y la percepción de las motivaciones psicológicas de los conspiradores pueden proporcionarnos métodos prácticos para evitar o reducir comunicaciones importantes entre los conspiradores autoritarios, fomentar una resistencia fuerte a los planes autoritarios y crear poderosos incentivos para formas de gobierno más humanas.

(Traducción: Kiko Rosique)